De pronto, te surge la necesidad de responder. ¿Y si simplemente le dijeras la verdad?
“Es verdad, nadie te llama. Pero es porque eres tan negativa, todo el tiempo quejándote absolutamente por todo que nadie tiene ganas de verte.” ¿No sería un buen gesto de amistad decirle lo que no sabe? Sin embargo, no lo haces y te quedas con las palabras en la boca. ¿Y si ella no estuviera lista para escuchar eso? ¿Y si en lugar de ayudarla estuvieras haciendo aún más profunda su herida?
Hablar o no hablar, ese es el dilema. Pero si bien en esta situación planteada la duda consiste en saber qué tanto podemos decirle a nuestra amiga sobre ella, de la misma manera podemos plantearnos qué tanto podemos decirles a otros sobre nosotros mismos.
Es lógico que en momentos de incertidumbre y de dudas o mientras estamos pasando por un momento difícil, queramos tener la opinión de otros y en especial de aquellos que forman parte de nuestros afectos, pero en ocasiones, permanecer callados o retacear la información, es lo más conveniente.
Es muy válido el argumento de la sinceridad y la confianza, sin embargo, también existen algunas cuestiones que debemos mantener en secreto, en especial estos que aconseja la filosofía hindú.
“Si quieres que tu secreto sea guardado, guárdalo tú mismo”, dijo el filósofo Séneca. Echemos un vistazo y veamos cuáles son esas cosas sobre nosotros que debemos mantener en secreto.
1) No hables de tus planes a futuro.
“No cocinemos la liebre hasta no haberla cazado”, dice el refrán. Hacer planes a largo plazo, implica que muchas cosas deben alinearse y cumplirse para que logremos alcanzar este objetivo. Hacer alarde de lo que vamos a hacer, sólo hará que se despierte el interés en otros para que puedan tomar tu idea y concretarla antes que tú.
2) No hagas alarde de tu generosidad.
Cuando realizamos un acto benéfico, no es necesario proclamarlo a los cuatro vientos. Quien haya sido testigo de tu buena actitud, apreciará que lo hayas hecho de corazón. Jactarse de haber hecho una obra de bien, sólo te mostrará como arrogante y presumido.
3) No hables de tus logros.
Cada esfuerzo que realizas para obtener algo, es tuyo. De modo que no es necesario hacer alarde de un éxito obtenido. Sólo lograrás que otros te vean como alguien soberbio.
4) No hables de tus actos heroicos.
Si demostraste coraje y valor haciendo algo que la mayoría de las personas jamás haría, felicítate a ti mismo; pero recuerda que es el trabajo que hacen muchos a diario para salvar la vida de otros.
Si alguien aprecia tu gesto, está bien; pero si hablas sobre eso de manera jactanciosa, te pondrás en ridículo.
5) No opines sobre la creencia religiosa de otros.
Cuando hemos alcanzado la edad adulta, es muy probable que ya tengamos definida nuestra creencia religiosa, de modo que intentar convencer a otros o pretender hacerlos cambiar de opinión, sólo te generará conflictos.
6) No hables con cualquiera de tus problemas familiares.
“Cada hogar es un mundo”. Si tienes dificultades en tu vida conyugal o problemas dentro de tu familia, lo mejor es conversar sobre estos temas con las personas a quienes concierne. Divulgar tus problemas no ayudará a que se resuelvan, sino que por el contrario, se generarán rumores que nada tienen que ver con la realidad.
7) Cuida de no herir a otros con tus dichos.
Muchas veces confundimos el concepto de “decir la verdad”, con ser desagradable. En nuestro afán por ser sinceros, tal vez estamos cayendo sin darnos cuenta en comentarios hirientes que sólo harán que otros se sientan mal.
Preguntarle a alguien por qué no tiene hijos, puede resultar un comentario abusivo, si tal vez estamos hablando con personas que tienen dificultades para tenerlos. En esos casos, guardemos los comentarios y los juicios para nosotros mismos.
Tomar distancia, guardar para uno mismo y ser conscientes de lo que decimos o hacemos; es sin duda el camino que debemos seguir. Es mejor callar antes que decir algo de lo que más tarde podamos arrepentirnos. Éste es un concepto que siempre se mantiene actual.
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