No hay mayor prueba de afecto, que quedarse a tu lado cuando todos se van

Ciertamente cuando la gente está en su mejor momento parece tener un imán para atraer a una gran cantidad de personas que desean compartir los buenos y agradables momentos. Evidentemente esto es una conducta natural y muy humana. A ciencia cierta no es sano preferir estar cerca de problemas, de tristezas, de enfermedades o de cualquier cosa que genere sufrimiento.





Aunque se haga con el mayor agrado del mundo, estar cerca de problemas que no nos pertenecen, habla de un problema patológico o de un gran afecto por quien está en problemas, por quien deseamos ayudar o simplemente apoyar en sus tránsitos.
Los problemas son sin duda unos filtros súper poderosos, que nos muestran claramente para quienes somos más importantes, quienes están dispuestos a estar, aunque ello represente una incomodidad, o deban sacrificar cualquier cosa por estar allí, cuando lo necesitamos.





Aunque hay muchas personas que tienen ese don para ayudar y estar, que son almas caritativas que sienten que desperdician algo si no comparte, si no dan de sí lo mejor, si no ayudan a todo el que vea que esté en problemas, pues esta actitud no es la normal, quizás la mayoría de nosotros no está tan evolucionado como para sacrificar el propio bienestar para que alguien esté un tanto mejor.

Sin embargo cuando son nuestros afectos los que atraviesan pruebas complicadas, por lo general, hacemos lo posible por ayudar, esto ocurre de manera proporcional a lo que sentimos por esa persona. Si sentimos poco, haremos poco, si sentimos mucho, buscaremos mucho más mecanismos de apoyo para ayudar a solventar cualquier situación.





Cuando somos nosotros los que atravesamos cualquier adversidad, quizás en el momento de tormenta no sintamos sino las manos que intentan cubrirnos, que nos colocan en sitios seguros, que nos prestan sus abrigos y paraguas, pero sin poder distinguir muy bien qué es lo que ocurre, pero una vez pasada la tormenta sabremos quién estuvo a nuestro lado y quien prefirió mantenerse al margen.

Quienes nos apoyaron en los mejores momentos, nos han dado una de las mayores demostraciones de afecto, han decidido estar a nuestro lado en lugar de hacer cualquier otra cosa que le demande menos energía, que no resulte en un desgaste físico y emocional, y esto no debemos olvidarlo, esto debemos agradecerlo y de ser posible tratar de compensarlo.
Debemos sentirnos afortunados si contamos con alguien que nos acompañe en los momentos en los cuales todos prefieren irse corriendo, quizás inclusive esa persona se ve tentada a hacerlo y darnos la espalda, pero no, se queda, nos cuida, nos apoya y si no puede sacarnos, nos hace barra, para que al menos sintamos que no estamos solos, que hay alguien allí que nos quiere y procura que estemos bien.
Así que aparte de la lección que nos deja cualquier experiencia, las negativas, las peores, nos ayudarán a mantener cerca a quienes se lo merezcan y ocupar los espacios en nuestros corazones de manera recíproca.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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