Cuando las personas sienten que su sufrimiento es más fuerte que la capacidad para enfrentarlo, la idea del suicidio para “terminar con todo”, empieza a girar en sus cabezas. Pero este alivio que buscan, puede sentirse únicamente mientras estamos vivos, de modo que la muerte no es la solución.
Cuando escuchamos a alguien de nuestro entorno hablar de este atentado contra su propia persona, es lógico y normal sentirnos asustados y no saber muy bien cómo actuar.
Ponernos como ejemplos o poner a otros que sufrieron desventuras como ejemplo de superación, no es el mejor camino. Tampoco lo es reprender a la persona con lecciones de moral sobre la locura que implica suicidarse. Este tipo de técnicas en las personas depresivas o con tendencia al suicidio, puede tener un efecto desastroso y no hace más que acrecentar su determinación a quitarse la vida, porque el suicida ve tan lejana la posibilidad de salir adelante que la idea de recuperar la felicidad le parece inalcanzable, y al ser inalcanzable… ¿Para qué intentarlo?
Antes de hablar sobre cómo podemos ayudar a alguien que se encuentra en esta situación, determinemos por medio de los siguientes síntomas, que estamos frente a una persona que realmente está pensando seriamente en quitarse la vida.
Signos psicológicos.
- Depresión.
- Sentimientos de desesperanza, tristeza, melancolía y pesimismo.
- Llanto.
- Débil control emocional.
- Baja autoestima.
- Pérdida del deseo sexual.
- Dificultades para concentrarse y trastornos en la memoria.
- Ansiedad y miedo.
- Agresividad e irritabilidad.
- Fobias.
- Humor inestable.
- Culpa.
- Incapacidad para generar proyectos.
Asimismo, las personas pueden manifestar de manera directa su deseo de morir utilizando frases como:
“quiero terminar con todo”, “la vida no vale la pena”, “¿para qué vivir?”, “nada me interesa”, “estaría mejor muerto”, “quiero morir”, “nunca podré salir de esto”, “ya no quiero ser una carga para nadie”.
¿Cómo podemos ayudar?
1) Escuchar sin tratar de comprender:
Los sufrimientos por los que atraviesa una persona, sólo la persona los comprende y tal vez las explicaciones que nos den, nos parezcan insuficientes. De modo que corremos el riesgo de minimizar lo que la persona siente, perjudicando aún más su situación. Dejemos de lado nuestras opiniones y simplemente escuchemos.
2) Hablar de manera simple y directa.
Hablar de manera simple y directa con una persona que manifiesta su deseo de morir, y sin miedo a utilizar la palabra “suicidio”, puede ayudar a que se sienta reconocido en su sufrimiento. Es muy útil que le digas que puede hablarte con confianza y que harás todo lo que puedas para ayudar porque te interesa su bienestar.
3) Medir el grado de intención.
Medir el grado de intencionalidad, permite juzgar si realmente existe una urgencia en actuar o no. Si la persona tiene ideas aisladas sobre el suicidio y no parece determinada a actuar, podemos tratar de orientarla hacia la ayuda psicológica. Si por el contrario, notamos que estas ideas suicidas son recurrentes y la persona habla con determinación, es imperioso hacer una consulta urgente con un profesional de la salud o con los servicios de urgencia.
4) Valorar las competencias de la persona.
Una persona que piensa en el suicidio, a menudo se encuentra dentro de una fase de “auto desvalorización” y es común escucharla decir cosas como: “no puedo hacer nada bien”, “no sirvo para nada”, etcétera. Es importante ayudar a la persona a recuperar la autoestima recordándole sus logros, sus competencias y todo lo que ha conseguido hasta ahora. Recordarle cómo supo resolver problemas en el pasado, puede ayudar a que se sienta valorada.
5) Ayudarla a recuperar el gusto por las cosas.
Puede ser muy útil proponer a las personas que se encuentran en esta situación, actividades que les gustan o le gustaban antes de encontrarse en este estado. Practicar un deporte, una actividad, un juego… Todo esto puede alejar las ideas negativas, al menos por momentos.
6) Animarla a conocer gente nueva.
Es fundamental socializar y animar a la persona a conocer gente nueva, siempre siguiendo su ritmo y sin forzarla.
7) Ayudar a la persona en su día a día.
Es común que los depresivos que han caído en la idea suicida, dejen de lado hasta las cosas más básicas de la vida cotidiana. Podemos colaborar haciendo todo eso juntos.
8) Acompañar en momentos particularmente difíciles.
Para quienes atraviesan este momento terrible de querer quitarse la vida, una fecha particular como el aniversario de la muerte de un ser querido, puede ser el detonante para que la idea se arraigue aún más. En estos momentos debemos acompañar a la persona más que nunca.
¡Cuidado con los mitos!
Dentro de los mitos y al mismo tiempo errores más comunes que cometemos los que vemos esta situación desde afuera, encontramos estas expresiones desafortunadas: “los que hablan de suicidarse nunca se suicidan”, “sólo lo dice para llamar la atención”, “el que habla de suicidarse es porque está loco”, “tus problemas no son tan graves como para querer suicidarte”.
Los estudios demuestran que el 75% de las personas que manifiestan su deseo de morir, concretan o al menos intentan esta acción dentro de la misma semana o en las semanas siguientes.
Sólo el 10% de los suicidas padecen de algún trastorno mental; el resto eran personas que atravesaban por una profunda depresión.
Recordemos que cada vez que alguien manifiesta su deseo de morir, en realidad está pidiendo ayuda porque sola no puede. La solución no consiste en evaluar la gravedad del problema, sino en evaluar el sufrimiento que genera ese problema en la persona.
¡No lo digas!
Pero más que pensar en qué decir, muchas veces es importante pensar en qué no decir.
- No des lecciones de moral ni pongas de ejemplo tu propia felicidad, porque cada uno tiene su forma de vivir y su concepto de lo que es ser feliz según lo que ha vivido y según sea su personalidad. No le digas a una persona suicida que no piense en la muerte.
- No hagas promesas que tal vez no puedas cumplir.
- No minimices la gravedad de sus problemas.
- No tengas una respuesta para todo. Es importante no mostrarle a una persona deprimida que tenemos una explicación para cada cosa, porque es una manera de hacerla sentir inferior y restarle la poca autoestima que le quede.
- No dejes a la persona sola. Busca una manera de salir, de organizar una situación en la que haya otras personas y siempre se sienta contenida.
- No juzgues ni critiques. Las frases como “el suicidio es para los cobardes” o “¿pensaste en tu familia?”, no sólo no aporta nada bueno sino que intensifican la culpa y el sufrimiento.
¡Cuidado! Desconfía de los cambios repentinos. Si una persona que manifestó su deseo de morir de pronto quiere vivir, tiene planes y tiene un cambio repentino de humor, es un indicador típico del suicida. No temas en hablar abiertamente de esto con la persona.
El suicidio es un tema muy serio y muchos de nosotros podemos creer que nunca pensaríamos en eso, pero hay quienes fantasean con la idea porque su sufrimiento los ha superado.
Si conoces a alguien en esta situación, no dudes en buscar ayuda.
¿Qué experiencia tuviste en relación con la idea del suicidio? Queremos conocer tus opiniones. Comenta y comparte.