por las travesuras o rabietas en que incurren los niños. En ocasiones, puede resultar tan agotadora la tarea de disciplinarlos; al extremo de llegar a confundirnos y llevarnos por el camino de la intolerancia.
Todos aquellos que han sido padres, seguramente se verán reflejados en esta situación; sobre todo, aquellos a los que les ha tocado afrontar etapas verdaderamente difíciles con sus hijos.
A ellos, seguramente les llegará a sonar familiar el tema sobre que hay que aprender a lidiar con las propias emociones, antes de pretender enmendar la conducta de nuestros hijos.
Entendemos que no es tarea sencilla. Pero debemos tener siempre en perspectiva que son muy pocos los niños en los cuales es posible causar una transformación inmediata, y que muchas veces el camino a recorrer es largo y en el transitar no dejan de sorprendernos con su conducta.
Aún así, existe algo muy importante que siempre tenemos que tener presente en nuestro carácter de padres responsables en la formación de un niño; y es tenemos que hallar la forma de hablarles bonito.
Los niños siempre se comportarán como niños
Los niños son seres extremadamente afectivos, los cuales independientemente de su forma de ser, nacen predispuestos a ser amados y aceptados; aunque en ellos de igual forma se encuentre sembrado el sentido del auto defensa, la rebeldía y de reproche.
Aunque muchos niños tienen la capacidad de moderar su carácter ante el hecho de ser dirigidos por otra persona, hay otros espíritus irreverentes que nos hacen la vida de cuadritos a la hora de disciplinarlos.
A estos, precisamente debemos buscarles su punto frágil, donde logremos captar su atención y podamos sentir un feed back de acercamiento; que sea motivado más por el afecto y la comprensión que por el temor a la reprimenda o al castigo.
La mejor forma de llegarles a los niños, es con el afecto
Aunque es cierto que en muchas ocasiones una palmadita en el hombro puede ahorrarnos muchas situaciones incómodas ante la actitud rebelde de nuestros hijos, una palabra oportuna de amor y consuelo suele dar mejores resultados.
Las manifestaciones de compasión y de ternura, acompañadas de un lenguaje conciliador y afectivo; calan profundamente en el corazón de los niños y provoca que a estos les llegue el mensaje con asertividad y empatía.
Aunque quizás no veamos de forma inmediata un cambio de actitud en nuestros hijos, con toda seguridad en sus procesos de crecimiento y desarrollo; irán día a día manifestándose en ellos ese propósito de cambio que tanto estamos buscando.
Estrategias para lograr mejor entendimiento con nuestros hijos
Es prudente mantener sobre el tapete que la forma ideal de propiciar un cambio de actitud en nuestros hijos, debe provenir de la base de la motivación y no del temor a las consecuencias negativas o al castigo.
Seguidamente, se plantean unas recomendaciones para poder llegar a alcanzar un feliz entendimiento con nuestros hijos:
1. Recuerda que nada es personal
Cuando por alguna razón tu hijo se niega a acatar una instrucción, no lo hace con el propósito de molestarte o que te sientas frustrado.
Esta conducta desafiante y fuera de contexto puede ser el reflejo de algún conflicto interno por el que esté pasando.
2. Una comunicación asertiva es siempre la mejor opción
A los hijos hay que permitirles que se expresen, que drenen todo lo que tienen por dentro y hacer que se sientan comprendidos.
A pesar de que éstas puedan ser simples manipulaciones, tómatelas con calma y aun así, háblale con dulzura.
Con esto lograrás poner en suspensión su enfado, indagando con él sobre cuál es la causa de su enojo y cómo piensa que podría solucionarse esa situación.
Con esta actitud, tu hijo se sentirá reconocido y abandonará por sí solo la actitud antagonista con que en un principio te abordó.
3. No permitas actitudes agresivas
Aún cuando en el planteamiento de su molestia tenga la razón, la manera de canalizarla siempre debe ser la conversación y la concertación. Si llega a perder completamente el control de sus emociones, hay que hacerle entrar en razón.
Esto lo puedes lograr manteniendo la calma y dándole la oportunidad de que se tranquilice, hasta que logre expresar de forma adecuada su agobio.