Los perros nunca mueren, duermen junto a tu corazón

La escritora británica George Eliot dijo que: “Los perros son buenos amigos porque no hacen preguntas y tampoco critican”. Lo que vendría a ser algo como “Los perros nos aman sin condiciones, sin importar cómo nos veamos físicamente y sin tomar en cuenta nuestros defectos”.







Pero tal vez esto no sea suficiente para describir lo que sentimos por nuestros animales de compañía que están con nosotros en los momentos buenos, en los malos, en los días que no queremos ver a nadie y en los que somos absolutamente felices, compartiendo casa uno de esos sentimientos.

Pero después de haber compartido años a nuestro lado, la realidad del tiempo nos alcanza a nosotros y a nuestra mascota, enfrentándonos al difícil momento de verlo partir de este mundo.






Para todos los que tuvieron la suerte de disfrutar de una hermosa amistad con nuestros compañeros de cuatro patas, la pérdida a menudo se vive como un momento muy doloroso, casi como la muerte de un ser querido. Para muchos, su animal de compañía es tal vez lo único que tienen, es quien escuchaba sus penas, es con quien compartían su tiempo, sus alegrías y sus dudas. Para otros, un miembro más de la familia al que se lo incluye en paseos y vacaciones.

Si bien no hay receta mágica para superar la muerte de un perro, existen algunos recursos para lograr 
seguir adelante y transitar este duelo con más calma.



1) Aceptar la pena.

Lo primero que debemos permitirnos frente a esta situación, es aceptar que estamos tristes y que eso es normal. Al igual que con la pérdida de alguien cercano, un pariente o un amigo, el duelo por un animal de compañía, atraviesa varias etapas: Negación, rabia, tristeza, aceptación… Este proceso puede durar varios días, semanas e incluso meses y no todos sentimos las mismas cosas.






Además, en ocasiones debemos batallar con la incomprensión de otros que intentan “consolarnos” con frases como: “No te pongas así por un perro”, “sólo es un animal”, “puedes buscar otro en cualquier momento”. Estas frases no ayudan en nada, e incluso aumentan nuestro enojo.

2) No encerrarse.

Si una parte de tu entorno no es capaz de comprender la inmensa pena que representa perder a un animal de compañía que fue nuestro amigo durante años, entonces debes buscar a quienes sí son capaces de entenderlo y buscar apoyo en ellos.

3) ¿Debemos adoptar inmediatamente otro animal de compañía?

Este es un debate más amplio, porque en realidad queda a criterio de cada uno y tiene que ver con las necesidades de cada persona.

Pero lo que sí podemos comentar con respecto a la adopción de otro animal de compañía, es que en principio debemos aceptar que nunca podremos reemplazar al que se fue.
Si aún no te sientes listo para hacerlo, espera un tiempo, pero cuando ese momento llegue, no adoptes un animal en el que esperes encontrar cosas del precedente. No sirve comparar a los animales entre sí, porque al igual que las personas, todos tienen diferentes personalidades.

Permítete conocer a un nuevo amigo con quien forjarás una nueva historia.



4) ¿Cómo enfrentar la pena de los niños?

No todos en una familia viven de igual manera la pérdida del animal de compañía. En los niños, a menudo se despierta un sentimiento de injusticia porque si son muy pequeños, no pueden entender por qué ya no tienen a su amigo con ellos.

En realidad, la pérdida de un animal, es una prueba importante para un niño, porque le permite confrontarse a la partida de alguien querido. Algo por lo que muchos deben pasar en otras circunstancias.

Algunas sugerencias sobre cómo manejar esta situación.

- Ofrecer a los niños colocar una foto de su animal de compañía en su habitación o su escritorio y pedirle que recuerde los buenos momentos.

- Plantar un arbusto o una flor en el jardín, a modo de símbolo para demostrarle que no tenemos la intención de olvidarlo.

- No ocultar la situación, ni evitar hablar del tema. Que la muerte de nuestra mascota no se convierta en un tema tabú. Intentar que el niño “olvide” lo sucedido puede generarle la idea de que no nos importa su muerte.

Hablemos con naturalidad de lo sucedido y busquemos recordar los mejores momentos compartidos.

La muerte de nuestro perro, de nuestro amigo; es una prueba difícil, pero… la vida continúa.

Después de muchos años de convivencia y de felicidad compartidas, los primeros días será inevitable la tristeza e incluso la depresión, pero el tiempo todo lo cura y suaviza las heridas, dejando ver de manera más clara los buenos recuerdos.

Entonces, siéntete feliz de haber disfrutado de la amistad y el amor desinteresado de un perro, porque habrá hecho por ti y por tu familia, mucho más de lo que puedas imaginar.

Y si hasta ahora nunca te decidiste a regalarte un amigo incondicional en las buenas y en las malas, recuerda: “Hasta que no hayas amado a un animal parte de tu alma estará dormida”.

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