Hoy, 2 de abril, se celebra el día mundial sobre la concienciación del autismo.
Todos aquellos padres y madres que se ven con el reto de criar y educar a un niño diagnosticado con este trastorno saben que no es fácil, que es duro pero que, aún así, los triunfos personales les ofrecen aliento cada día.
El trastorno de espectro autista se diagnostica en 1 de cada 68 personas. No obstante,y dado el amplísimo grado con el cual puede afectar a cada individuo, podemos tener a adultos que reciben su diagnóstico a una edad ya muy avanzada.
Estamos ante un trastorno del neurodesarrollo caracterizado sobre todo por la alteración de la interacción social y de la comunicación, que necesita, ante todo, ser detectado de forma temprana para poder potenciar en el niño todas sus capacidades en la medida que sea posible.
La finalidad última, como en todos los casos, es facilitar su total inclusión para que pueda llevar una vida feliz, lo más autónoma posible sintiéndose parte de la sociedad. Por ello, es necesario que todos estemos concienciados.
El autismo y la necesidad de “hacer visible al invisible”
Para una familia nunca es fácil llegar a relacionar las particularidades de su niño con el autismo. Desde asociaciones como la “ANA” (Asociación de Navarra para el Autismo) nos indican que muchos padres pueden llegar a pensar que sus hijos tienen un problema de audición, o que tienen un carácter muy difícil.
Por ello, como padres, como madres, debemos ser muy observadores y sensibles ante las siguientes características que nos podrían alertar ante las primeras pistas del trastorno de espectro autista.
Primeros síntomas
- El niño no mantiene el contacto visual.
- Llora sin razón aparente y es muy complicado calmarlo.
- Cuando el bebé llega a los 3 meses ya es normal que responda a la “sonrisa social”. No obstante, el niño autista no demuestra este gesto tan importante.
- No se vuelve cuando lo llamamos por su nombre.
- No imitan y, cuando juegan, se pasan mucho tiempo alineando juguetes.
- Tardan mucho en adquirir las competencias comunicativas. De hecho, pueden llegar a los 2 años y pronunciar solo unas 4 palabras.
- No responde a las órdenes.
- Les molestan los sonidos fuertes o inesperados, así como determinados colores, texturas o incluso sabores.
- Suelen presentar cierto retraso madurativo a la hora de andar, así como en la motricidad fina.
- Suelen presentar problemas de sueño, de alimentación, de control de esfínteres…
Aspectos que la sociedad debe saber sobre los niños con trastorno del espectro autista (TEA)
Hay un hecho que mucha gente suele pensar sobre los niños autistas: que son genios con comportamientos asociales. No es cierto; esta regla no siempre se cumple.
Ningún niño autista es igual. Dependiendo del grado en el que se encuentre tendrá más o menos limitaciones, aptitudes o aspectos que potenciar.
- Hay personas que llegan a la edad adulta sin saber que están dentro del espectro del autismo. A pesar de sentirse diferentes, en especial en el plano social, han aprendido a adaptarse pero sintiendo muchas dificultades cotidianas de las que no conocen la razón ni el origen.
- Los niños autistas no son genios. En ocasiones, pueden presentar una notable aptitud para un área en concreto: dibujo, matemáticas… No obstante, existen también niños con deficiencias madurativas muy graves donde no llegan a desarrollar ni siquiera su habilidad comunicativa.
- Otro dato que debemos tener en cuenta sobre el autismo es que, a día de hoy, no se conoce la etiología. Durante un tiempo se pensó que la causa del autismo se debía al patrón educativo de la familia. Algo completamente falso.
- Hay un falso mito que también debemos descartar. Los niños autistas no evitan el afecto ni odian el contacto físico. La mayoría de ellos están muy unidos a sus padres y sufren el rechazo social como cualquiera de nosotros.
Los niños autistas tienen emociones y, por tanto, debemos facilitar su inclusión, su reconocimiento y su felicidad.
Integrar al niño autista es tarea de todos
Todos somos agentes educadores en nuestra sociedad. Actuar como facilitadores en nuestros contextos más cercanos para que todos nos sintamos integrados, valorados y respetados es algo esencial.
- Necesitamos, en primer lugar, que las familias tengan acceso a toda la información y a todos los recursos con los cuales entender y satisfacer las necesidades de sus hijos.
- En segundo lugar, en los colegios no basta con atender sus “particularidades educativas”. Necesitamos dar un paso más allá y practicar la inclusión, es decir,conseguir que el niño autista tenga una vida lo más normal posible dentro del aula.
- A su vez, el resto de instituciones, como las sanitarias y las laborales, deben ser sensibles ante los niños autistas. Cada persona es un mundo y tiene unas particularidades.
Si los atendemos de forma correcta, pueden ser personas con gran potencial (aunque, lamentablemente, y según datos de las propias asociaciones, el 80% de ellos están desempleados).
Es necesario pues concienciarnos y ser receptivos hacia este y otros colectivos para que, entre todos, facilitemos que nuestro mundo sea un lugar donde todos seamos importantes. Donde todos contemos.