¿Quién no ha tenido en la vida motivos, razones o necesidades que le inciten a reclamar? Las relaciones humanas son un terreno conflictivo, en el que se establecen negociaciones, concesiones y acuerdos permanentemente. Pero los resultados no son siempre felices. A veces esos pactos, implícitos o explícitos, no se logran o no se cumplen y es entonces cuando cabe reclamar, pero con asertividad.
¿Cómo no reclamar en el trabajo si a veces toman en cuenta sus propios intereses y no tus necesidades? ¿Cómo no reclamar a la pareja si aparecen gestos desconsiderados, de indiferencia o de hostilidad? ¿Cómo no reclamar a la familia si a veces te adjudican roles que no corresponden a lo que en realidad deseas hacer?
“Ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria.”
En principio, la mayoría de las veces esas pequeñas injusticias no son graves, pero sí pueden ser la semilla de problemas más complejos que no vas a poder pasar como desapercibidos. Un buen reclamo a tiempo es mejor que un silencio que engendre tempestades futuras. La clave está en saber cómo reclamar. Aquí tienes algunas ideas que te permitirán avanzar en ese arte de reclamar con asertividad.
Entrénate en el arte de reclamar con asertividad
Como todo arte, el de reclamar asertivamente también exige práctica. En realidad son pocos los casos en los que se ha recibido algún tipo de instrucción sobre cómo hacerlo, así que lo mejor es que comiences con un entrenamiento básico.
Empieza por pequeños reclamos, teniendo por objetivo ser eficaz en lo que solicitas. Lo ideal es que lo intentes con personas que no forman parte de tu entorno cotidiano y que hacen algo que merecer la queja. Por ejemplo el electricista, que dejó la instalación mal hecha. Se trata de que le expongas, con tranquilidad y claridad lo que no te parece bien.
Reconoce lo mejor de los demás y utiliza siempre la primera persona
Esta es una clave mágica en el mundo de la asertividad y no solo se aplica a los reclamos, sino a todo tipo de situaciones. En lugar de exponer tu incomodidad cuestionando lo que hace o dice la otra persona, expresa la forma en que te afecta la situación para buscar entendimiento con el otro.
Tomemos un ejemplo: tienes un jefe que sutilmente te pone más y más trabajo cada día, hasta punto que no puedes salir a la hora, sino que debes extender tu jornada sin ninguna compensación a cambio. Temes reclamarle porque el hombre es quisquilloso y se rumorea, como siempre, que habrá un recorte de personal.
Podrías decirle que se está pasando por encima de tu derecho a mantener una jornada laboral definida. Sin embargo, si lo haces de ese modo, piensas que seguramente el resultado será un conflicto abierto o, en todo caso, algún tipo de resentimiento.
Lo mejor entonces es que busques un momento adecuado para exponer a la otra persona lo que esta situación representa para ti.Decirle, por ejemplo, que entiendes que hay mucho trabajo y que sabes que él quiere que todo salga bien. Agrega que quieres colaborarle, pero que para ello te has visto obligado a extender tu jornada laboral y que esto te está originando desorganización en otros aspectos de tu vida.
Incrementa tu habilidad para ser simple, directo y conservar la calma
La mejor comunicación es aquella que va directo al grano. No es que seas escueto o crudo, sino que de una manera amable expongas tu reclamo sin rodeos, de una forma sencilla y sin darle mayores vueltas al asunto. Los rodeos muchas veces son interpretados como inseguridad o como un intento de manipulación.
Lo que complementa este modo asertivo de comunicarte es que trabajes en el autocontrol de las emociones. Si mantienes la calma, tus probabilidades de resolver el problema se incrementan exponencialmente. Recuerda que nadie nace con autocontrol, sino que es una habilidad adquirida. Trabaja en ello.
Perseverancia y selección
Muchos de los conflictos o desacuerdos no se resuelven tan fácilmente. A veces no basta con presentar un reclamo asertivo y respetuoso para que la otra parte entienda. Para que te traten con justicia debes ser paciente y persistente. Muchas veces te vas a ver obligado a exponer más de una vez tu reclamo.
De todos modos, también hay reclamos que se deben abandonar si el objetivo a lograr no es significativo. ¿Para qué gastar tu tiempo y tus energías en un reclamo que otro no está dispuesto a admitir, no porque no sea razonable, sino porque no existe la intención de reconocer tus derechos, tus expectativas o tus necesidades?
En esos casos persistir es absurdo. Lo que procede más bien es buscar ponerle punto final a una situación que, en esencia, es irresoluble. Puede que pierdas algo momentáneamente, pero a largo plazo, con toda seguridad, ganarás mucho más.
fuente: La mente es maravillosa