Nosotros, los seres humanos, vivimos nuestra vida ligándonos emocionalmente a personas que, cuando nos abandonan, provocan que nos sumerjamos en un doloroso duelo.
El duelo es un sentimiento de dolor, un sentimiento que surge cuando esa persona se ha ido y en nuestro interior empieza una batalla de quiero, pero no puedo.
“Toda pérdida del pasado sin cerrar se transforma en un peso que no me deja alzar el vuelo, que no me permite avanzar.”
La realidad de la pérdida
Cuando nos encontremos sumergidos en una pérdida profundo, nos daremos cuenta de que es muy difícil salir de él. Para empezar, probablemente tendremos que lidiar una batalla interna: una parte acepta la pérdida, pero otra se niega a ello.
Esto es algo completamente natural, algo que debemos entender y que debemos comprender. Nunca te culpes por ello, ni te sientas mal. La reacción que estás teniendo es de lo más normal y los altibajos constituyen en sí una característica del duelo. Hay días que puedes sentir que avanzas y otros que caminas un poquito para atrás, lo importante es tu progresión a un nivel más global.
“No confundas sufrimiento con amor, ni superar el dolor con olvido…”
Ahora que ya sabemos lo que es el duelo, es necesario que conozcamos los diferentes tipos que pueden existir.
Conocer esto nos permitirá analizarnos, si ya hemos pasado por alguna pérdida, si en un futuro nos toca afrontarlo o si tienes la oportunidad de ayudar a alguien que este pasando por él. De esta manera, comprenderemos mejor lo que nos está ocurriendo, lo aceptaremos y así lo superaremos.
1. Duelo patológico
En el duelo patológico la parte de aceptación de dicha pérdida no se sucede en ningún momento. Tan solo está presente la negación ante la misma.
En la mente de la persona que está padeciendo este tipo de duelo, se ponen en marcha ciertos mecanismos que le protegen sobre esa realidad que tanto le duele. Es como si la persona hubiera creado una especie de terreno fantasma sobre el que camina por el abismo, sin pagar el precio de la caída pero tampoco sin poder volver a tierra firme.
“Aguantar no cierra las pérdidas.”
En su mente aparecen frases tales como “aquí no ha pasado nada”, “nada ha cambiado”, etc. Esto solo hace que el dolor se apodere de ella, pero poco a poco, como la lluvia que cala los huesos.
2. Negación del duelo
Parece similar a lo anterior, pero no tiene nada que ver. En la negación del duelo la persona sumergida en el duelo no logra expresar lo que siente, lo que les provoca un intenso malestar.
Tragar, reprimir, nunca ha sido bueno. A veces llorar nos permite liberarnos de todo eso que no está haciendo daño.
“No permitirse sentir lo que verdaderamente les está pasando terminará dañando su cuerpo y su alma.”
Este tipo de duelo surge en las personas que consideran que llorar o sufrir les hará mostrarse débiles ante los demás. Es por ello por lo que se guardan todo para ellas… hasta que ya no pueden más y explotan de una manera totalmente imprevisible y habitualmente sin control.
3. Duelo intensificado
En el duelo intensificado la persona que lo sufre suelta todo lo que lleva dentro sin reprimir absolutamente nada. Puede llorar, gritar, expresar su rabia…
Puede que creamos que es beneficioso, pero tal expresión del dolor, que se vive de una manera quizás más profunda, provoca que en ocasiones estas personas caigan en la depresión.
Uno no se rompe porque cae, cae porque ya está hecho pedazos
Está bien que expresemos lo que sentimos, pero eligiendo la manera y el canal adecuado. Tampoco debemos buscar una recreación dentro del propio dolor, a modo de expiación de culpa si albergamos este sentimiento.
4. Duelo ambiguo
El duelo ambiguo se da siempre que se desconoce si la persona a la que queremos ha muerto o no. Suele ocurrir con personas desaparecidas, secuestradas, etcétera.
Es un tipo de duelo que también se conoce como “duelo congelado”, ya que se mantiene en la incertidumbre a la esperade noticias. La sensación de no comprender qué ocurre ni saber nada, hacen que quizás sea el peor tipo de duelo que se pueda padecer, hasta que se sabe algo…
“Sea cual fuere el duelo que decidamos guardar, aprendamos que el ‘dolor no es un estado, sino un proceso’. Necesitamos contar con el lugar y el tiempo para poder vivir ese dolor, para que, al hacerlo, nos hayamos reconciliado con la vida.”
Ninguno de nosotros está libre del terrible duelo. Es algo por lo que todos pasamos en algún momento de nuestras vidas. El duelo es una situación dolorosa, pero también de superación.
Conocer estos duelos te hará conocedor de lo que realmente te ocurre y te abrirá los ojos hacia un futuro más esperanzador. Es normal que sufras, pero todas las tormentas han pasado… y tú, antes de lo que piensas, volverás a seguir adelante.
fuente: La mente es maravillosa